La escalofriante cifra del paro que se hizo pública la semana pasada -casi cinco millones de desempleados en España- no ha hecho más que evidenciar que trabajar ahora se ha convertido en un privilegio de muy pocos. Si la situación de la mayoría de las profesiones es precaria, conseguir ser taxista en Nueva York ha alcanzado un precio histórico. Este mes el coste de la chapa de aluminio que autoriza a operar uno de los famosos taxis amarillos ha costado un millón de dólares (unos 716.000 euros).
El hombre detrás de la venta que ha batido un nuevo récord es Nat Goldbetter, un especialista del mundo del taxi que no es nuevo en lograr estas sorprendentes marcas. Su trayectoria profesional comenzó como taxista en los años sesenta. Su primera licencia le costó 25.000 dólares y la vendió pocos años después. En 1985 volvió a repetir la operación y hasta el rotativo estadounidense 'New York Times' llevó su gesta a la primera plana por conseguir colocar por primera vez una placa por 100.000 dólares. «Este tipo de historia se ha repetido, lo único que multiplicada por diez», afirmó con orgullo Golbetter.
Es la cifra más alta jamás pagada por una licencia desde que entró en funcionamiento el nuevo sistema de distribución de permisos en 1937. Por aquella época, 137 dólares (unos 98 euros) bastaban para adquirir una de estas placas. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, el número de taxistas se redujo y muchos devolvieron sus licencias al negarse a pagar la tasa de renovación de diez dólares al año.
A pesar de que la oferta de licencias es cada día menor, Goldbetter consiguió un comprador, lo suficientemente rico y desesperado, que ofreció un millón de dólares por cada uno de los dos permisos. «Es mucho dinero y es una inversión que nadie habría hecho sin confiar en la industria y en el futuro de la ciudad», explicó el presidente de la Comisión del Taxi y la Limusina de Nueva York, David S. Yassky.
Un icono planetario
No hay duda de que la Gran Manzana no sería lo mismo sin los Ford Crown Victoria amarillos, ni tampoco Hollywood que siempre se ha aprovechado del tirón cinematográfico de estos vehículos convertidos en mito gracias a películas como 'Taxi Driver' de Scorsese.
En España el coste no iguala ni supera de lejos la exagerada cantidad de Golbetter pero tampoco se queda corto. En el 2000 el precio medio se situaba entre los 40 y 45 millones de pesetas (270.000 euros) y Pamplona y Vitoria eran las ciudades más caras. Conseguir el permiso hace dos años en Bilbao rondaba los 30 millones de pesetas, unos 180.000 euros.
La ciudad de Nueva York cuenta ahora con 13.237 licencias de taxi. Los nuevos permisos se venden por subasta pero la escasez de estas placas y que su oferta no aumente ha provocado que los precios suban de forma alarmante. «Nadie pensó nunca que una placa podría llegar a ese punto», aseguró Goldbetter, de 67 años, que ha conseguido acabar con el aburrimiento de su trabajo.
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